sábado, 17 de enero de 2009

LA RAÍZ DE SUFRIMIENTO (II)

Un querido amigo contaba que cuando sirvió al ejército, como recluta, le asignaron al equipo de servicios de apoyo en la cocina.
Pero que un día, mientras limpiaba el piso, llegó un oficial y le pidió directamente que le preparara el almuerzo.

Así, decía mi amigo, él vio que una gran oportunidad se le presentaba.
No sólo de cambio de actividad, sino de ser promovido a cocinero.
Pensaba que le gustaría hacer una comida tan deliciosa, que después de probarla, el oficial se olvidara de trabajar en favor de la guerra y los conflictos, al menos por ese día.

Y así fue. Y otros oficiales, por recomendación del primero, quisieron probar de un almuerzo preparado por mí amigo.
Y esto le abrio las puertas a nuevas experiencias, y a decisiones de un mayor compromiso, ya sea con él mismo y con los demás.

Ahora, en otra posición, veía su tarea desde otro angulo;
Trabajaba más consciente de sus actos;
Mantenía la atención centrada en su voluntad de hacer lo mejor y de inspirar a otros para hacerlo.

En definitiva dejamos de avanzar por el temor de abandonar la ilusión de seguridad que tenemos.


Feliz día, amigo.