domingo, 8 de marzo de 2009


VOLVIENDO A LOS ORÍGENES...

Ayer hemos tratado de los orígenes de nuestra civilización.
Y de la relación del hombre y la mujer.
Hoy vamos analizar un poco más el tema.

Si miramos más de cerca y atentamente el Génesis y la historia de Adán y Eva, llegamos a la conclusión de que la Biblia indica el gran potencial para el hombre y la mujer, cuando unidos en mente, corazón y cuerpo para lograr una meta común, se nota a lo largo de las eras, más fructífera que sólo la formación la familia y la descendencia.
Esto, si lo vemos con el fin de producir los saltos necesarios en la evolución de la humanidad.

La Biblia señala también el compañerismo, que consiste en la interdependencia y la cooperación entre el hombre y la mujer, para definir una relación de colaboración mutua, y de atenderse el uno al otro. Sin referencia de subyugación.

Eva asume el riesgo y se atreve a cuestionar las limitaciones impuestas.
Elege la experiencia, el conocimiento y la sabiduría.
Y abre mano de la inmortalidad prometida en el jardín del paraíso.
Ella se guía por la necesidad de crear una nueva vida para ambos.
Y, Adam decide responder a ella.
Juntos salen para construir esta nueva visión de la vida.

Gracias por la oportunidad. Hoy también persistimos.