domingo, 18 de enero de 2009

LA RAÍZ DEL SUFRIMIENTO HUMANO
(III)

En definitiva tememos abandonar la ilusión de seguridad que tenemos.
Ilusión que nos hace ansiosos, que nos lleva al stress, porque una parte de nosotros, nuestra parte despierta, consciente, sabe que es una ilusión.

Uno sabe que, en última instancia, no hay nada seguro.
Tememos confundirnos y no saber qué camino tomar...
Siempre queremos tener el control de lo que está pasando, buscamos una zona confortable, luchando por seguridad.

Pero estas áreas de seguridad tienen la característica de siempre desaparecer. Llegan y se van.

Corremos detrás de ella y mal gastamos nuestras energías, para garantizar breves instantes de una pseudo estabilidad. Y mientras la probamos, nos olvidamos que es impermanente. Llega como anestesia. Cada vez creemos que esta vez vino para siempre. Mas otra vez se va.

Y así se nos pasa la vida, se nos va el precioso tiempo.
Tratando persistentemente de construir y reconstruir esas zonas de comodidad, cada vez que se van.

Esta es la esencia de lo que también se llama rueda de la vida - el ciclo de placer-dolor que proviene de la continua búsqueda de placer. O de felicidad, que ilusionados la buscamos afuera de uno mismo, en lugares donde no puede ser encontrada.

¿La salida? Mirar profundamente lo que de hecho deseamos hacer con nuestra vida:
- ¿qué nos hace vivos y activos?

Y esta es una gran tarea para el ser humano.
En especial en nuestras longitudes, donde las emociones negativas operan a riendas sueltas, cuando no decidimos transformarlas, administrarlas con más constancia y firmeza, constuyendo nuestra fortaleza interna. Por amor al Ser. Por amor al Orden.

Feliz día, amigo.