Parece que la paz y el orden van de la mano.
No se trata exactamente del orden mecánico, que se suele dar a otros.
O del saludable ordenamiento de nuestro mundo exterior.
U, aún, del orden de servicio en la jerarquía laboral.
Pero especificamente del orden que emana cuando el hombre/la mujer deciden por sí mismos recoger las proyecciones que suelen hacer a otros.
Simplemente porque entendieron y aceptaron que no es legal y tampoco es razonable ordenar que otros hagan lo que solo le corresponde a él o ella hacer.
Así, hay un cambio radical en la actitud mental, se deja de cobrar, pedir o esperar que los demás arreglen sus problemas: él / ella deciden hacer lo que deben de hacer.
Este es un bello y verdadero momento de reconciliación interna.
La persona sale del papel de espectador y se eleva al nivel de actor de su vida.
Se hace responsable de sí mismo.
Es, sin duda, legal y natural pedir ayuda.
Especialmente para aquella debilidad reconocida y aceptada como parte de nuestro momento.
O una fragilidad que es intrínseca al alma humana.
Pero no es justo con el otro, ni tampoco es favorable a nuestra autonomía ceder a la otra persona la responsabilidad.
Sí, este es un momento glorioso en que se pone un fin a las cobranzas que generan tensión y cargas negativas.
Y en que se abren espacios para la paz y la fortaleza.
Que a su vez reverberan a quien está al lado..
Consideraciones acerca de las sutilezas que conducen a esta decisión ya es otro tema.
Gracias por la oportunidad de hoy.
lunes, 23 de marzo de 2009
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